lunes, 15 de mayo de 2017

Acerca de la hora más oscura



Se hace frecuente en la gente que agoniza, en la gente que sabe que la muerte ya viene por ella, y en los desamparados, en los que no tienen a nadie que los acompañe en la hora más oscura.

Seguro has escuchado conversaciones de personas que han acompañado a familiares en el proceso de muerte de uno de sus seres queridos, así como tus padres acompañan durante la muerte a tus abuelos, y que de un momento a otro, mientras más cerca de la muerte están, empiezan a hablar sobre una persona, entidad o familiar que se les aparece, que los acompaña, que los cuida en su dolor.

La gente que está alrededor de los agonizantes no comprende lo que su ser querido está percibiendo o experimentando, haciendose común escuchar las frases como "lo vino a buscar mi tío", " Los ángeles lo vinieron a buscar porque era una buena persona" entre muchas otras frases.

Pero la hora más oscura es también la más dolorosa y la que menos comprensión tienen las personas que no están muriendo.

Por lo general, Valdarsiledorh se presenta con mayor frecuencia en hospitales, sobre todo en las sección oncológica infantil, que es donde la desesperanza se hace el amargo diario vivir, y donde la gente espera encontrar fuerza en el dolor de sus hijos, siendo que los que deberían recibir fuerzas son los niños enfermos.

La mejor forma que tengo para describir el modo de actuar de Valdarsiledorh tiene que ver con un suceso bastante triste que tuvo lugar en la sección oncológica infantil en el Hospital Doctor Saulé Mazeika Dambrauskas, ubicado en el sur de Puente Alto, Región Metropolitana.

El relato comienza en el sur de Chile, en la región de Magallanes, durante las vacaciones de la familia Suarez Cornejo, hace dos años atrás.


Julio Suarez es un hombre normal, con una vida normal, trabajando como supervisor en un conocido Call Center de  Santiago. Llevaba un feliz matrimonio con Viviana Cornejo con la cual tenía un hermoso hijo llamado Martín Augusto Suarez Cornejo, que en ese momento tenía la edad de cuatro años, y todos viajaban en su auto muy felices a conocer la extraña y maravillosa región de magallanes.

Sin embargo, las condiciones climatológicas y el frío permanente hizo de unas vacaciones de ensueño, un infierno de hielo.

Era un día donde la nieve y el frío lo cubrían todo, y apenas se podía ver lo que venía al frente.viajaban por la carretera Panamericana Sur, antes de llegar a la posada del Huaso Bohle, a diez km antes de llegar a Puerto Montt, Julio pierde el control del vehículo y se sale de la carretera chocando con la base de un letrero.

Debido al choque, su señora murió de forma instantánea debido al fuerte impacto, quedando atrapada entre los fierros doblados del automóvil. Su hijo, afortunadamente iba con cinturón de seguridad y recibió daños menores. Julio, quedó herido, y estando bajo el efecto de mareo y shock de ver a su esposa muerta, y su hijo desmayado por el impacto, decide sacarlo del vehículo, y caminar con él en búsqueda de ayuda.

Pero la nieve no permitió que nadie los viera.
Y el mareo, acompañado de la angustia y el dolor, llevó a Julio a quedar totalmente desorientado. 

La nieve caía cada vez con mayor fuerza, y su hijo estaba con mucho frío. En cualquier momento comenzaría a morir de frío.

Julio, buscó entre los árboles un lugar donde pudiera cobijarse de la nieve y el frío, hasta llegar a una especie de cueva formada por árboles. Como era la costumbre de Julio, siempre portaba una cortaplumas, porque siempre le servía para todo.

La desesperación de Julio fue tan grande, y su sentimiento de culpa en igual proporción, fue tomado por la hora más oscura.

No pensó, no razonó, no dudó ni tuvo miedo. Solo lo hizo como un acto desesperado para salvar la vida de su hijo.


Tomó su cortaplumas y se la enterró cerca de la cadera, por debajo del ombligo. Abrió su vientre hasta la altura de sus costillas y abrazó a su hijo hecho pelotita, introduciéndolo en su cuerpo. El solo pensaba en darle calor y protección el tiempo que fuera necesario para que el viviera. Pasó así toda la noche, y la nieve dejó de caer. Julio sintió las sirenas de los carros de bomberos a la lejanía y de las patrullas de carabineros. 

Su hijo adoptó una posición fetal dentro de las entrañas de su padre, y durmió feliz durante un día y medio, sin sentir frío, hambre o pena alguna. Su padre lo amaba y lo sentía como una parte de si mismo.

Cuando llegaron los paramédicos de la ambulancia al lugar donde se encontraba Julio con su hijo en el interior, la escena fué terrible y chocante. El cuerpo aún agónico de Julio, y en su interior, como si de frasadas se tratara, su hijo tapado con su carne, sus intestinos, sus hígado y su sangre. Todo pulsando, todo latiendo, aún funcionando.

Extrajeron a Martín de las entrañas de Julio, y el niño comenzó a inquietarse, comenzó a llorar.
Julio prácticamente no tenía sangre, y sus miembros estaban totalmente negros debido al frío que soportó. No había esperanza para Julio, solo esperar su muerte.

Pero Julio, luego de la cirugía de urgencia, sobrevivió doce horas solo usando funciones vitales, como la respiración y la temperatura de su cuerpo. Todo el resto estaba muerto.

Luego de veinte horas, dejó de respirar, y su cuerpo se enfrió luego de treinta y tres horas.

El niño Martín se encontraba estable, con una fuerte contusión en la cabeza, pero no mostraba signos de daño cerebral u alguna otra anomalía.

Estuvo en el hospital durante dos semanas, mientras se ubicaba a sus familiares más cercanos,siendo los tíos por parte de mamá los únicos que se quisieron hacer cargo del niño, para que no se fuera al SENAME.


El niño quedó con un trauma enorme, por lo que debía ir al psicólogo y psiquiatra constantemente, ya que soñaba con su padre y la escena donde se abría su estómago y lo introducía en su interior.

Así pasó un año, y sus tíos realmente nunca lo quisieron, hasta que un día llegó la oportunidad en que ellos pudieron deshacerse de él. El niño, comenzó a presentar vómitos permanentes y fuertes dolores de cabeza, siendo el diagnostico del neurólogo un tumor en el lóbulo occipital de tres milímetros, y que debía ser tratado con quimioterapia lo antes posible.

Se les pidió autorización para hospitalizarlo y someterlo a quimioterapia, a lo cual accedieron sin problema alguno, y nunca más volvieron a aparecer

Pasaron seis meses y sus tutores nunca más aparecieron, lo cual afectó psiquicamente de forma muy grave a Martín. Todo se fue agravando con la pérdida de visión que lo dejó prácticamente ciego, solo pudiendo reconocer luces y sombras.

El niño habla constantemente de que ve sombras, y que esas sombras se le aparecen a los niños que luego se mueren.

Las enfermeras y técnicos paramédicos del Hospital Doctor Saulé Mazeika Dambrauskas comenzaron a tomarle cierto nivel de reticencia y miedo al niño, ya que todos los niños que estaban en un principio con él hospitalizados, todos fueron muriendo, y Martín hablaba de las sombras que los acompañaban y luego se los llevaba.

Tan grande fue el miedo que le tuvieron a Martín, que decidieron comunicarse con un especialista de Faceless Lab.ONG para que investigaran el asunto, quienes enviaron a un psicoanalista a realizarle terapia sicológica (debido a su gran abandono) y desentramar la relación entre la visión que tiene Martín y las sombras que ve y los decesos posteriores.


El encargado de realizar esa tarea (Ernesto fuentealba) era un joven psicoanalista contratado por Faceless Lab.ONG. Ernesto se hizo amigo de Martín, a quien empezó a visitar a diario para leerle historias de piratas y de poderosos guerreros como forma de aliviar su actual estado de abandono. Todos los días le contaba una historia nueva, con las cuales Martín se sentía alegre y esbozaba una pequeña sonrisa.

Durante un mes Ernesto visitó a diario a Martín, y en paralelo investigaba el paradero de sus tutores para poder entender el por qué del abandono. Ernesto comenzó a crear un vínculo emocional muy fuerte con el niño, a quien lo veía como si fuera su hijo.

Pasaron dos meses, y durante una de las actividades que le realizaba Ernesto a Martín, el niño le dice una frase confusa, incoherente con lo que estaba pasando en el momento. La frase fue la siguiente.

"Mi papá me dio vida. El me extraña y yo también abriría mi guatita para salvarlo"

Ernesto habia sido informado del origen del trauma enorme que sufrió Martín durante aquel accidente, y gran parte de lo que sucedía era una consecuencia de lo que pasó el niño dentro del cuerpo de su padre.

Ernesto, quiso como su hijo a Martín, y le regalaba juguetes e historias. Pero el mejor regalo que Martín recibía era el tiempo que Ernesto pasaba a su lado. Ernesto quería adoptarlo, y su misión como psicoanalista no era más importante que darle alegría a Martín

Pasaron tres meses y la última quimioterapia estaba lista para ser aplicada a Martín, quien se veía sumamente débil y asustado. Pero cuando entró Ernesto el niño le trató de ubicar por los ruidos que hacía y le dijo que la sombra lo había estado acompañando hace muchos días. Tenía miedo de que la sombra se lo llevara.

Ernesto lo abrazó y lo tranquilizó. Como era lo habitual, comenzó a cantarle una canción de arrullo a Martín, a lo que el niño respondió "Esa canción también me la cantabas tu, papi. Llévame a jugar a la plaza. te hecho de menos"

Martín cerró sus ojos y los enfermeros fueron a la camilla del niño. Ernesto quedó consternado ante tal situación, a lo que la enfermera le dijo que saliera de la sala.

Pasaron varias horas y nadie le daba noticias del niño.

Pasó toda la noche en el hospital, hasta que a las ocho de la madrugada, le informan del deceso de Martín.

No soportó la quimioterapia. Estaba muy débil.

Cuando fueron los funerales de Martín, solo se encontraban los tíos, y una señora mayor que al parecer era la abuela materna.

Todos tenían una cara de culpa que parecía que los que iban a morir luego eran ellos.

Ernesto se acercó a los tíos y los increpó. No le cabía en la cabeza que hubiesen abandonado a su suerte a un niño tan pequeño y tan lleno de dolor, a lo que la abuela dice "eso no era un niño, era el diablo. El diablo mató a mi hija y a su marido. Espero que arda en el infierno"

El joven lleno de ira le gritó a la abuela, y la retó fuertemente. Tuvieron que llamar a los guardias para poder calmar al joven psicoanalista.

Una vez calmado, y habiéndose perdido la ceremonia de entierro, decide ir a la tumba de Martín, y queda un tanto sorprendido al ver un hombre de cabello hasta el hombro, con ropa desgarrada y gruesa como de invierno estaba frente a la tumba de Martín.

Ernesto le toca el hombro al extraño hombre y al verlo de frente lanza un grito de terror y angustia que alertó a los guardias del lugar.

Lo que vió fue una imagen morbosa. El rostro del hombre estaba ensangrentado, y sus ropas estaban abiertas desde la boca del estómago hasta el pantalón, todas manchadas con sangre y otros fluidos corporales. Pero también esta abertura estaba hecha en la carne, quedando expuestos todos su órganos vitales y su sistema digestivo. todo pulsando, todo generando calor; y de entre medio de las víceras, Martín estaba acostado, en medio de todos los órganos, con una cara de felicidad enorme, expandiendo su ternura entre medio de la carne y sangre de lo que al parecer era su padre.

Cuando llegaron los guardias vieron a Ernesto tirado en el suelo, pálido, temblando, y frente a él, una silueta sombría alargada y enorme, de ojos blancos y lengua larga. Era una figura hecha de oscuridad densa, palpable, fría.

Esta sombra, tocó con su alargada mano la cabeza de Ernesto y se desintegró hacia todas direcciones.
Nadie pudo explicar que fue lo que pasó.

Ernesto no pudo soportar la traumática escena, y estuvo bajo tratamiento psiquiatrico durante dos semanas, en las cuales todas las noches se le aparecía el padre de Martín con el niño en sus entrañas, agradeciéndole el haberlo cuidado y alegrado.

El joven psiquiatra estuvo hospitalizado zona de contención durante una semana por intentar suicidarse tres veces en menos de cinco días, hasta que por motivos inexplicables, los compañeros de Ernesto vieron una sombra acercarse a Ernesto la cual tomó su mano y su cabeza, causando la muerte del psicoanalista.

Si bien la hora más oscura te da valor para hacer sacrificios mortales, también es la entidad que te acompaña en la forma del ser querido que más amas o has esperado ver. El los acompaña durante el doloroso proceso de morir, hasta que el guia sus muertes.

Generalmente se presenta en hospitales, en las secciones infantiles donde los niños más sufren y agonizan antes de morir, y se sientan solos.


¿Has visto a Valdarsiledorh?




Endreskeghoul Kurr